Artículo dos

Bueno, entonces Körper fue y será un espectáculo grandioso. Si excluimos su temática y el escenario donde se nos ha presentando dista de ser similar a cualquier espectáculo chilensis (quizás la pondría al nivel de Sin Sangre por los notables efectos visuales).

Me llama la atención como el dinero, el capital, significa tanto en la trascendencia misma del arte en la sociedad. Es claro que Körper propone un universo efectista, donde la realidad se confunde con el efecto producido en vivo y en directo, más impresionante que el cine, para lo cual se requiere un apoyo monetario importante. Un apoyo de esa magnitud no existe aquí en Chile. De cierta forma creo que no existe pues tengo fe en que los creadores chilenos poseen tal capacidad de inventiva, como cualquier europeo o gringo. Ahora, ¿la imaginación depende del dinero? O a veces si de la educación que se reciba.

La presentación de Körper en Chile me dio la impresión de que existen demasiados contrastes con respecto al arte de la danza aquí y allá, en el viejo continente. El hecho de que sean dos culturas diferentes es la vía principal por donde peregrinan los espectáculos o productos artísticos. En este sentido creo que es aquí donde, desprovistos de un apoyo económico que sustente el quehacer de la gran mayoría, surgen el arte de callejón, el arte que subyace de nuestra cultura huachaca. Aquel que se relaciona con una cultura local, aquel nace de la calle y en la calle, de lo que vemos día a día, que en general surge sin ser vista (por ejemplo el stencil, el centro cultural dispuesto en una casa tomada y todos los subproductos que surgen de allí).

Me paso este año que descubrí la danza en Chile, mucho existe y poco se conoce. Esto es quizás por estos dos factores que ya he mencionado: los fondos, la poca contribución monetaria a la difusión del arte chileno (pues desde mi mirada el arte no debiera ser comercial ni auto sustentarse por ser un producto rentable al sistema, sino ser parte del sistema y sustentarse a través de políticas públicas que respalden su existencia, creyendo que es necesario sustentarlo) y luego por las características propias de nuestra cultura, de nuestra gente, de la cual puedo decir, surge anónimamente y crece solo dentro de sus posibilidades. La gran mayoría cree imposible cumplir sus “sueños”.

Quizás existen millones de factores que confluyen en el hecho de que este arte no se haga conocido. La iniciativa llamada “Santiago a mil” me parece del todo respetable; ha subsistido enérgica a través de los años y hoy goza de gran popularidad en nuestro país y quizás en el mundo y debiera seguir ascendiendo en cantidad y difusión. Dejando de lado el hecho de que ya no es teatro a mil –pesos- sino mucho teatro y también danza; en Santiago y luego en algunas regiones. Esto hace posible encausar el arte como un “producto” relevante para el gobierno, para los empresarios, para quienes sean lo que manejan al país. Que este festival tome importancia influye en el quehacer de muchos artistas. Influye dentro de las universidades que imparten carreras artísticas, en el dinero que se les da a los artistas, ya sea por el fondant o la ley Valdés. Finalmente, en el día de hoy, todo circula entorno a conflictos de intereses insertos en el sistema capitalista. Este festival se nota que ha sabido funcionar dentro de esos términos, aunque para mi esa no sea la imagen que le profeso, sino que pone contenta tener la oportunidad de asistir a 5 espectáculos gratis, multitudinarios y unos 10 más pagados.

Por lo tanto, artistas de la danza, jóvenes que estamos estudiando, etc., empoderemos del funcionamiento político y económico de nuestro país, informémonos de su funcionamiento, seamos hijos de nuestra cultura, como alguien me dijo una vez, y así podremos participar desde el lugar que nosotros queramos escoger; ya sea la calle, el teatro municipal, la cordillera o el mar.

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