Reflexiones en torno a un proceso formativo; septiembre 2010

Estudiar y practicar danza parecieron ser lo mismo para mí en algún momento. Hoy no. Hoy necesito mayores estímulos para imbuirme en su práctica, pues he sido bastante crítica ya con el gremio, y a su vez, cada día más crítica con la academia. Todos los años de estudio en esta institución y escuela (Pedagogía en danza UARCIS) me han dejado hoy una enorme nube de dudas, confundida entre las propias afirmaciones y las que la escuela me aporta. He logrado entregarme como un títere a la conformación de un cuerpo flexible y firme, y al desarrollo de una mente crítica y activa. Sin embargo mi proceso de formación ha sido truncado en varios niveles dentro de diversas áreas, partiendo por ejemplo, por la rama de conciencia corporal. En tercer año nada mas hemos teorizado sobre el asunto, siendo a mi parecer un procedimiento discordante con la globalidad del plan de estudios de dicho año, en el cual el trabajo técnico-expresivo corporal es especialmente intenso. Luego, respecto de la malla pedagógica; estamos sumidos como cohorte 2005 dentro de una transición bastante incómoda: la malla de la escuela fue modificada en el año 2009 con el fin de potenciar esta área, proponiéndose también aportar a la nuestra desde diferentes ámbitos al parecer, aislados. Este objetivo desemboco finalmente en que, a mi parecer se dispersasen los objetivos de un fin ya diseñado con antelación, lo que nos ha confundido el camino a muchos[1].
Siguiendo con esta área, también en tercer año, sucedió que en el ramo de metodología de la danza no profundizamos para nada en esta materia y durante gran parte del semestre realizamos una práctica grupal en un hospital. Experiencia muy enriquecedora si, pero actualmente, en nuestra práctica profesional, notó una carencia respecto de estas herramientas. Esta situación, de la cual la dirección ya estaba enterada, invita a reflexionar sobre los procesos de formación en los que estamos inmersos, y respecto del futuro de nuestra escuela, hoy acreditada, con una malla que mira casi exclusivamente hacia lo pedagógico, y con ello a la necesidad de conformar desde ese lugar una visión y un discurso respecto de la pedagogía como tal, en este país y bajo las determinaciones sociales, políticas y económicas en que se inserta la educación y la danza, por su parte.
¿Qué preparación debiera tener un profesor de la escuela de pedagogía en danza de UARCIS?
Un proceso de cuatro años, que es lo que actualmente dura nuestra carrera, se basa en general en la compresión intelectual y corporal de nuestro quehacer; por un lado nuestro cuerpo se modifica a lo largo de este tiempo, y por otro también nuestro ser. Vamos adoptando hábitos, un comportamiento que se delinea de forma sutil.
Ahora, respecto de las transformaciones que sufren nuestros cuerpos, se asocian a lo que Susana Kesselman llama crisis corporal[2]. Un cambio ocurrido en el cuerpo que requiere de un cierto tiempo para asimilarlo en nuestro esquema corporal y luego sobre nuestra imagen del cuerpo[3]. En este sentido, me preocupa el como los profesores, de forma integral van relacionando estos cambios en los alumnos, entre los ramos técnicos y a lo largo de los cuatro años; la situación se vuelve fundamental al considerar que estos aspectos, nuestra representación corporal y las diversas y persistentes crisis que tenemos durante el proceso académico, se interrelacionan, y entre las experiencias académicas y externas no coincide separación alguna. Por ello, el hecho de asistir a la universidad en nuestro caso no es tan solo convertirse en un experto, sino también recae sobre toda la construcción de nuestra personalidad. Así, nuestros profesores se deben situar en este campo con una responsabilidad sustancial, sobre el como se encuentra la educación de nuestro cuerpo y de todo nuestro ser, y con ello comprendiendo que este alineamiento desembocará en nuestro quehacer profesional como futuros profesores, que seguidamente nos haremos cargo de otros cuerpos, otros seres.
Por otra parte, si un alumno no viene a clases, no rinde o siempre tiene algún dolor (por dar ciertos ejemplos que he conocido), debieran preguntarse porque, no simplemente decretar un 90% de asistencia obligatoria a la cátedra. Si no sabemos realmente la calidad de esta, del aprendizaje, del proceso de enseñanza-aprendizaje que se esta realizando allí.
Si por intereses y necesidades de un mercado ingresamos alumnos a esta escuela, y jamás los reprobamos más que porque no asisten a clases, pero no nos preguntamos porque no asisten. Si no logramos contratar a los profesores, si los dejamos a la deriva respecto de sus derechos laborales, su AFP y plan de salud, ¿qué esperamos luego, que sigan teniendo vocación? Pues pareciera que de eso vive la danza aquí. La disciplina es una maqueta empastada en el reglamento de asistencia. En cambio la rigurosidad, la técnica y el pensamiento crítico pasan muchas veces a ser procesos históricos que no entiendo porque jamás se renuevan ¿para qué ser una escuela de pedagogía si ni en la propia aula sabemos que estamos enseñando ni cómo? Saber de ello sería el primer paso para plantear una postura respecto de la pedagogía, de forma integral para nuestra escuela.
¿Qué sujetos queremos formar? ¿Qué pedagógos en danza? Esta pregunta me parece complicada, aún cuando los intereses de una academia se tropiezan con los intereses del capital y con los fines de la educación desde la legislación actual. Bajo ciertas perspectivas, este fin sería nada más que un instrumento de control social[4] y bajo esta lógica, un sujeto que se plantee estudiar pedagogía, tendrá que insertarse en ese régimen si desea subsistir o ganar dinero. Podría sospecharse, pues aún no es comprobable, que desde la danza podríamos aportar con un discurso consistente, gracias al aporte de la conciencia corporal como rama imprescindible, y fundamentalmente si nos dedicamos a estudiar ámbitos como el ya desarrollado. Creo que esto es un punto a favor que la danza educativa puede aportar para la etapa escolar, siendo que en el curriculum formal no existen áreas que se aboquen a la educación del ser, de forma integral con su cuerpo y personalidad, dirigido hacia el desarrollo de una conciencia que va más allá del cuerpo, que puede despertar también la conciencia sobre nosotros situados en un contexto, rodeados de otros, insertos en una cultura con todas sus implicancias. Si tomamos con ello, el decir de la educación como instrumento de control, y en alguna medida, de dominación, la danza se convierte para esta tesis en un enemigo. La educación tradicional no pretende aún ingresar la danza como parte de su curriculum obligatorio.
Si utilizamos en la enseñanza de la danza la consigna de que cada cuerpo es único y diferente; si, en otras palabras, dispersamos la concepción de masa hasta la individualidad- aunque no así al individualismo conducente del consumo y la propiedad privada- será posible instalar en el manejo del aprendizaje una posible libertad. Cada sujeto debiera internarse en su cuerpo, en su estructura y en la compleja forma que en su imagen se ha conformado a lo largo de su vida. Necesariamente debiéramos internarnos en nuestra representación corporal, en nuestra imagen corporal, probablemente generando una crisis. Y esta crisis es fundamental socializarla, como posibilidad de extrapolar las propias confusiones que surgen del entendimiento del cuerpo, situándolo en nuestra sociedad contemporánea. Nuestro cuerpo crece escuchando y observando un canon ideal de, que se construye generalmente demasiado lejos de nosotros. Existe una presión que en mayor o menor grado nos invita a ser ese canon, a reproducirlo, en forma contradictoria a lo que es la realidad chilena (comúnmente las mujeres chilenas somos bajas, no somos naturalmente delgadas y menos rubias). Al contrario, este canon que la televisión sobre todo nos trasmite, impulsa una crisis corporal de la que jamás se pensó en sus secuelas y ramificaciones. Además, si consideramos que el mercado de los alimentos apunta al consumo y ojalá al sobre consumo, sería natural afirmar que cualquier sujeto hoy se encuentra en una de estas crisis, que se funden ya con lo identitario.


[1] Señalo esto, respecto de conversaciones sostenidas con muchos compañeros de 3ero y 4rto año de la escuela.
[2] Investigación Teórica: Comprensión o entendimiento corporal en danza. “el testimonio del aprendizaje”, tesis para optar al título profesional de profesor(a) de danza, capítulo 2.4: Dinámica corporal y pensamiento corporal de Susana Kesselman, Marisol Madrid, Universidad ARCIS, 2010, Santiago.
[3] Ibíd.
[4] Escuela y posmodernidad: análisis posestructuralista desde la psicología social de la educación, María de la Villa Moral Jiménez, Revista Iberoamericana de educación, n° 49, 2009.

Comentarios