AUTOIMAGEN II: Reflexiones en torno al discernimiento; el sujeto y su contemporaneidad Apuntes para la acción política desde la conciencia corporal


DICIEMBRE, 2010


Retomando hoy, después de siete meses luego de haber elaborado el trabajo anterior, quise extrapolar la reflexión de este hacia un campo que desde mi perspectiva se relaciona estrechamente con la actividad de la danza, aunque ello no es evidente para muchos: la acción política, Para el uso de este concepto tomaré las perspectivas de Paolo Virno1.

En un sentido estricto, el arte es una acción, pues escénico o no, debe existir mediante la intervención de un sujeto sobre elementos que se encuentran fuera de él, o mediante la interacción entre varios. Sumado esto a que la creación se encuentra amarrada a la subjetividad de dichos sujetos, podemos fácilmente constituir el arte como una acción política. Para la danza la acción es aún más evidente, pues necesita de un cuerpo en movimiento para ser lo que es. Política se convierte cuando le otorgamos nuestra impronta de la siguiente manera. Creo que tanto en un sentido artístico, como pedagógico y reflexivo, las artes deben esperar contribuir a la cultura de la o cualquier sociedad. Una perspectiva política puede evidenciar una realidad social o cultural, otorgándole importancia al fondo del arte, más que a la forma; la estética, el recurso o el lenguaje pueden variar. Lo político se da como punto de partida en la conciencia del creador respecto del contexto que circunda la acción, concibiendo su posición en tanto expone y difunde su trabajo para que este sea visto y entendido o sentido por otros. Esto es lo que en esencia puede prescribir una diferencia entre arte y espectáculo. El contenido de la puesta escena toma un punto de vista conciente, en donde este punto es el cauce del porvenir de un arte; cuando para el espectáculo lo primordial es la atracción a través de la forma, el asombro, antes que el discurso que levante esta puesta en escena, aunque tomen en consideración el contexto que los amarra.

Ahora, importante es mencionar la palabra conciencia expuesta en el último párrafo, de la siguiente forma: según el diccionario pequeño Larousse ilustrado (1994), la conciencia refiere a “Conocimiento, noción: tener conciencia de sus derechos. Sentimiento interior por el cual aprecia el hombre sus acciones: nuestra conciencia es nuestro juez. Moralidad, integridad: hombre sin conciencia. Figurativo: libertad de conciencia, derecho de reconoce el estado a cada ciudadano de pensar como quiera en materia de religión (…) “. Es la conciencia, para esta definición el plano en que el hombre esta presente dentro de las leyes sociales que lo rodean.

Las pedagogías somáticas (Eutonía, Feldenkrais, entre otras) nos señalan otra forma de conciencia; la conciencia corporal, que se diferencia de la anteriormente mencionada en tanto nos sitúa dentro de un momento y lugar que se circunscribe al cuerpo y a la mente en su conjunto, más que a una norma social. La atención y percepción sobre el estado en que uno se encuentra, es decir la autoobservación, que se describe como un proceso en permanente cambio, influido por factores momentáneos o cotidianos propios a las circunstancias, pero que se puede estructurar mediante las particularidades del sujeto.

Estas particularidades se refieren a la autoimagen. Moshé Feldenkrais, creador del método que lleva su nombre, señala tres factores componentes de la conformación de la autoimagen: la herencia, la educación y la autoeducación2. Estos, se relacionan entre sí a través de las diversas formas culturales en que se estructura la o una sociedad, y se unen y confunden en el interior, en la intimidad del individuo. Teniendo en cuenta que la herencia es inmutable respecto a la educación y a la autoeducación; que la educación aborda la relación y conexión del individuo con el mundo y que luego, es la autoeducación la que nos permite seleccionar y escoger, concertamos en que un ser humano se proyecta y se comporta siempre desde y a través de estos términos, por lo tanto su relación con estos factores es determinante a la hora de concebir y abordar su propia autoimagen. Ahora, se plantean cuatro componentes fundamentales que intervienen en la autoimagen para todo orden de acciones, estos son el movimiento, la sensación, el sentimiento y el pensamiento. Todo ser humano podría distinguir entre estos 4 cauces alguno que le sea familiar o alguno a través del cual pueda relacionarse más directamente, pero sin duda que todos tomamos parte en ellos. Para la danza y luego para la pedagogía en la danza o la danza educativa, el movimiento es siempre el motor fundamental, pero jamás podemos olvidar estos otros tres componentes, siendo ellos los que en gran parte delinean un foco de interés para nuestra forma de enseñar y abordar la danza. En primer lugar, el movimiento es la característica que hace la danza como representación artística y como arte escénico; luego, la sensación siempre estará presente, como un motor para el movimiento por ejemplo; y a la vez, el sentimiento y el pensamiento, propios o de un conjunto, se encuentran dispuestos a ser influyentes en la danza en todo momento mediante la perspectiva que tengamos, (no solo a través del lenguaje, sino también de forma intuitiva) respecto a lo que vemos y hacemos, respecto de que discurso estamos construyendo en escena o para otros, en clases. En escencia, creo que es imposible alejarse de la integralidad del sujeto para llevar su cuerpo a la danza.

Durante estos cuatro años de estudios académicos e institucionales, viví en constante conflicto respecto a mí misma, a los otros y a la sociedad (mi visión jamás esta excluida de la contingencia social, cultural y política, desde mis universos más cercanos, hasta lo que en el mundo global va sucediendo). Estos conflictos tienen muchas de sus raíces sobre el como yo misma me enfrento al movimiento, y no en un sentido extracotidiano, sino que en todo momento es mi mundo interior el que esta siendo cuestionado para movilizarme por el espacio y para movilizar mi espacio interno. Ahora, la percepción que otros tengan sobre mí la llevaba a cuestas y sobre todo en el caso de mis profesores, me ha influido. Desde mi perspectiva, se trata de poner en jaque constantemente nuestra autoimagen3. Y creo que para la danza educativa es fundamental tomar en cuenta esta concepción, pues, en apoyo a lo que Feldenkrais retrata sobre su propia visión política de las cosas4, los espacios para abordar nuestro intimidad y nuestro accionar, son limitados, entonces en este sentido, la posibilidad que otorga la danza en su orientación pedagógica implica al individuo poner atención sobre sí mismo, y no ensimismarlo como un individuo productivo.

La gran mayoría de los países del planeta, sobre todo del mundo occidental, funcionan a través del sistema económico y político del neoliberalismo, que condiciona a la mayoría a un ciclo productivo centrado nada más que en sí mismo y al consumo por el sobreconsumo. Esto es el objetivo de la vida, a grandes rasgos, el seguir produciendo para perpetuar tanto el sistema, como la vida humana, la evolución de nuestra especie y de la tecnología5. Si bien podría definir muchos objetivos para un sistema neoliberal, es en gran parte una consecuencia directa de cualquiera de ellos la enajenación del individuo, teniendo en cuenta que la diversidad de objetivos y motivaciones que profesamos todos son demasiadas, pero que no podemos ocultar que todos trabajamos por y para el mismo sistema y a través de este nos es posible vivir: comer, dormir, defecar, etc.

Ensimismarse para ser productivo: a todos nos ha sucedido alguna vez. Las formas de vida en la ciudad funcionan actualmente de esta manera. Pero también, en espacios de danza o de ejercicio de pedagogías somáticas se nos permite desarrollar la conciencia de nuestro cuerpo con otros fines, al que podemos sumarle, al mismo tiempo mayor conciencia respecto de lo que pasa fuera de él al relacionar los factores que influyen sobre la conformación de la autoimagen con abordar lo que se define aqui como conciencia política. Un espacio de reflexión humano, un marco conceptual que desborda en acciones, que según Virno se encuentra paralizado actualmente debido a "las relaciones de fuerza desfavorables, el eco tenaz de las derrotas sufridas, la arrogante resignación que la ideología posmoderna no deja de mantener"6, es desde estas derrotas, que la ideología posmoderna se ha encargado de extender una forma de vida, que como ya explicaba, se centra en el consumo; el trabajo esta subyugado por el deseo de consumo, mas que por la necesidad, y ambos apelativos, deseo y necesidad, se confunde día a día.

Creo que la conciencia corporal, a partir de la autoobservación y la reflexión en torno a nuestra autoimagen, potencia el desarrollo de un pensamiento crítico respecto del acontecer y de la vida. A través de la conciencia corporal y del reconocimiento de nuestros impulsos orgánicos7 (es decir, que naces y son propios, naturales y únicos de nosotros mismos), es posible estar al tanto de nuestra realidad y de relacionarnos con ella a través de la conciencia de la existencia de la otredad en su sentido más puro ¿Qué puede ser acción política si no la conciencia? No desea responder al ensimismamiento, se antepone a la producción. En palabras de Virno: “El estatus del trabajador asalariado se afirma en detrimento de la vocación política y recíprocamente”. Ahora, al estudiar, conocer e indagar en el propio ser, al ampliar la conciencia en forma individual, debiéramos desembocar de manera casi obligada en lo colectivo, en el otro, en el ser más próximo y en el más distante, tanto a través de la identificación y la empatía, como gracias a que abordamos con atención lo externo como parte de lo propio. Esto se produce específicamente poniendo énfasis sobre la autoobservación y poniendo en jaque los propios hábitos, actitudes y acciones. En este sentido, si tomamos la decisión de cambiar algo de nosotros mismos, tomaremos en cuenta la o las posibles consecuencias. Pero si miramos el mundo de tal forma que nuestros ojos solo estén en contacto con la perspectiva de los otros sobre mí mismo, no tendría sentido meditar respecto a nuestra autoimagen, como señala Feldenkrais, la máscara que tenderemos a crear de nosotros mismos, se determinará siempre respecto al resto y se contrapone en casi todos los casos, con nuestros impulsos orgánicos. Concuerdo entonces con que, al darle atención a la propia imagen y pronto a nuestros impulsos orgánicos, nos acercamos a una auto aceptación que puede estar al servicio de una buena convivencia con otros. Escuchando y dejando actuar estos impulsos. Pero a su vez, incitada desde esta conciencia para otros, para luego detonar la acción, para subvertir un sistema de ensimismamiento y organizarlo de manera tal, que se adscriba a nuestras necesidades básicas, donde las estructuras de poder se sometan a la necesidad de todos los seres humanos.

Aquí la acción artística se limita al mundo de las ideas, pues la transformación social nace de acciones que ven sus efectos en las formas de vida de las personas, aunque desde mi perspectiva, esta se sostiene en la medida en que las subjetividades se convierten antes que se produce el cambio. Un ideario político, en la acción artística es un factor más al servicio de una transformación social. La puesta en escena o performance de la danza contemporánea a partir de una conciencia corporal y política es un medio para iniciar un diálogo, a partir del contexto que circunda la creación, la cultura y el sentido de pertenencia a un territorio, con su lenguaje y sus tradiciones. Tomando en cuenta que es inseparable del ser su movimiento, su pensamiento, sus sensaciones y sentimientos, instalar en la puesta en escena una política impulsora para un cambio a partir del trabajo sobre la conciencia e impulsos orgánicos propios, que nos hablan cosas distintas de cada uno. Ahora, si todo esto lo tomamos para abordar la pedagogía de la danza contemporánea, sobre todo cuando hace actualmente es posible cuestionarse las bases sobre las cuales se edifica la educación formal, que creo se ha convertido en un invento sociohistórico a punto de derrumbarse8, se conjuga la necesidad de conciencia con el ímpetu de acción política. O viceversa; el ímpetu de conciencia con la necesidad de acción política. Entonces, prefiero levantar la duda sobre todos los márgenes que existen, antes de concentrarme en que todos bailen bonito. La conciencia corporal habla hacia adentro, lejos de lo que dice la televisión o las revistas. La acción política determina como te parece que te están criando ¿Cómo crees?

1Virno, Paolo. Virtuosismo y revolución: notas sobre el concepto de acción política.
2 Feldenkrais, Moshé. Autoconciencia por el movimiento. Editorial Paidós. 2009. Buenos Aires.
3Desde otra perspectiva, véase el análisis de Marisol Madrid respecto de crisis corporal en Investigación Teórica: Comprensión o entendimiento corporal en danza. “el testimonio del aprendizaje”, tesis para optar al título profesional de profesor(a) de danza, capítulo 2.4: Dinámica corporal y pensamiento corporal de Susana Kesselman. Universidad ARCIS, Santiago, Chile, 2010.
4Feldenkrais, Moshé. Autoconciencia por el movimiento. Editorial Paidós, Buenos Aires, Argentina, 2009. Págs. 14-15.
5“El propósito de un hombre en la vida es cosa particular y suya, hasta cierto punto. Un hombre sueña con la felicidad, otro con la riqueza, un tercero con el poder, un cuarto con el conocimiento o la justicia, y otros aun con la igualdad. Pero aún no hemos empezado a conocer el propósito de la humanidad como tal. La única idea de base razonable y aceptada por todas las ciencias es la de que el desarrollo de las criaturas vivas sigue una dirección y de que, en ese desarrollo, el hombre ocupa el peldaño más alto de la escalera. Esa dirección de la evolución podría ser interpretada también como su propósito”. Feldenkrais, Moshé. Autoconciencia por el movimiento. Editorial Paidós. 2009. Buenos Aires. Pág. 57.
6Virno, Paolo. Virtuosismo y revolución: notas sobre el concepto de acción política.
7Feldenkrais, Moshé. Autoconciencia por el movimiento. Editorial Paidós. 2009. Buenos Aires.
8“Los tradicionales cimientos sobre los que se edificaron las escuelas (verdad, razón, conocimiento, esfuerzo, disciplina, preparación para la vida e inserción socioprofesional, etc.) se tambalean. Representan un signo inequívoco del intento de recurrir a la ritualización, amparada en la tradición, como modo de superar las ambivalencias, dudas, contradicciones, relativizaciones e incertidumbres que dominan en la sociedad contemporánea”. De la Villa Moral Jiménez, María. Escuela y posmodernidad: Análisis posestructuralista desde la psicología social de la educación. Revista Iberoamericana de Educación. Pág. 206, N.° 49. 2009. España.

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