“H” y la epifanía de la danza contemporánea


"¿Qué ser vivo, dotado de sentidos, no ama, por encima de todas las maravillas del espacio que lo envuelve, a la que todo lo alegra, la Luzcon sus colores, sus rayos y sus ondas; su dulce omnipresencia, cuando ella es el alba que despunta?"1

La paradoja de la luz, es que huyendo de ella, creemos que todo desaparece. Creemos que al dormir, la conciencia se disipa. La oscuridad nos hace creer que el tiempo se detendría. Por otro lado, si me acerco a ella, encuentro la protección de lo conocido, de lo que puedo registrar por el solo hecho de que lo puedo contemplar. Ahora, estoy huyendo de la luz como si así olvidara mi conciencia.
Todo cuanto veo en danza, no es ajeno a mi realidad, por más que parezca, todo cuanto veo allí, me podría suceder de una u otra forma. La relación con el artista no es heroica, es especular. El campo de interpretación no es una alegoría, es una metáfora de la realidad y una interpretación performativa. No es ajeno además, porque allí estoy yo, al frente de ese otro, que además conozco.

H; presentada en CIEC, Festival Vertientes y próximamente en el Festival Internacional Stgo a Mil es una obra de danza contemporánea por excelencia. Esto pues, utiliza el cuerpo a partir de acciones simples; tal cual estilo contemporáneo, no se identifica con el deslumbramiento de lo técnico. Esta llena de detalles, momentos, instantes y recovecos que el espectador podría o no captar. Ahora bien ¿esto hace a una obra de danza contemporánea? ¿de qué esta hecha la danza? El cuerpo que se mueve es el primer indicio para señalar que algo es danza; esto es esencial, independiente del estilo o técnica. En efecto, se confabula la noción de que si bien hay otros objetos que pueden moverse (como la silla en el video-danza de Norman MclarenA Chairy Talede 19572) u otros elementos que hacen la obra (escenografía, iluminación, etc.) hay algo particular que designa la danza, debiendo descartar de la obra su relación con cualquier otro arte, visual o escénico.
El cuerpo que tengo, el cuerpo del otro que puedo ver o sentir, existen, de facto, sin necesidad de comprensión, de trance intelectual, de arte. Existo a pesar de mi mismo, a pesar de otros.
Vale decir, con un cuerpo que se mueve, no designo allí la danza. Tampoco con una luz sobre él. El proceso efectivo, la analogía esencial, esta en la interpretación, es decir en la recreación que hace el otro respecto de lo que pasa en la escena. La directora o director, el intérprete o bailarín, el público, espectador o audiencia. En este proceso de comunicación entre seres humanos, es que aparece el arte, como por magia.
El cuerpo emerge en la obra de danza contemporánea “H”, y cuando lo veo, no puedo olvidar que lo conozco. No somos amigos íntimos, pero a ellas las conozco. Esto influye en mi interpretación respecto de lo que veo, no puedo obviarlo, se me presenta ante cada movimiento y relación que establecen ambas ¿no es evidente que el cuerpo no puede separarse de ese sujeto? Si el vestuario y el texto no me dicen otra cosa, es esa mujer que conozco la que baila, que me dice lo que me dice, no otra. No hay personajes en la danza contemporánea, o es como lo quiero ver hoy, hay sujetos que componen de detalles un espacio-tiempo determinado. Estos sujetos en la escena, no se dejan jamás a sí mismos fuera de ella, aunque eso algunos creadores quisieran negar. Es por esto que para la creación de danza contemporánea devienen las preguntas, ¿qué hace? ¿qué y cómo lo dice? Más que otra cosa; es la selección, la exposición y el orden de factores lo que hace el producto. El orden de los factores en este caso si altera el producto. Y son factores comunes, nada extravagantes los que ocupamos en la danza, el cuerpo, que lo tenemos todos, el movimiento, que lo tenemos todos, el tiempo, ídem, la luz, etc, etc, etc. Podemos complicarnos y subestimar el cuerpo que salta y elonga diez veces más que yo, y felicitarlo, o maravillarnos con el dedo índice de la mano derecha que se deslizo lentamente por sobre la cintura del propio cuerpo que lo sostiene.
EnH, cada movimiento fue escogido, ni tan simple ni tan complejo. Es la consagración de un detalle, un recoveco, que junto a la puesta en escena de la iluminación el espectador consigue registrar y contener. Registrar y contener, son verbos que apuntan a dos universos de percepción diferentes, dentro de los cuales registrar apunta a la compresión visual e incluso intelectual de lo sucedido; y el contener a un alcance sensoperceptivo, que se aloja por más tiempo en el universo imaginario del sujeto. Estos son dos eslabones que he escogido para delimitar el proceso de interpretación. La iluminación, entendida como un ente o elemento escénico con autonomía para hacer y crear significado, inaugura el espacio de la obra con algo que parece ser una puerta a lo lejos, apenas iluminada por una pequeña luz que cuelga de ella. En cuanto la veo, me recuerda antiguas obras de teatro de los noventa, espacios señalados por la desolación física y emocional que se percibía por esos años en Chile. Hay un proceso de interpretación en la danza, que deviene en un lugar común respecto de mi memoria, universo que registro y contengo al mismo tiempo o por separado. La puerta aquella, resulto finalmente ser otra cosa e ignoro si el resto vio lo mismo que yo.

Ahora bien, ¿pienso o no pienso cuando veo danza?
Cuando veo danza, dos cosas pueden suceder. Una es que en los primeros dos minutos de la obra ya me aburre y pienso. Pienso en que hice ayer o en qué tengo que hacer mañana. La perdí. Perdí el viaje y el proceso de interpretación se parcela. Paso todo el resto de la obra obligándome a poner atención, predisponiéndome a sentir, resituándome. La otra opción es que desde un comienzo y hasta el fin, mi atención este puesta en y sobre la obra, y el proceso de interpretación es fluido. El viaje consiste básicamente en no pensar demasiado, la obra te permite o te significa sentir, la percepción se abre a ese marco de realidad, a ese espacio-tiempo determinado.
Con “H” ambas opciones fueron contradictorias. El ejercicio de predisponerme a hacer una crítica, en el sentido formal, obtener un resultado escrito de esto, me significo tomar la decisión de prestar atención racional al respecto. Pero una obra como “H” no te lo permite. Te transporta a partir del campo de la percepción, consigue por momentos hipnotizar, te regala detalles increíbles, momentos consagrados. Despliega astucia al argullir sobre la honestidad de sus propios recursos, acusando su grandeza desde su minimalismo. Las piezas que se mueven en “H” te permiten apreciar la simplicidad, desde la mirada que se pasea con tranquilidad (recuerdo obras en que suceden dos cosas a la vez y de lo complicado que es registrar ambas) hasta el nivel de detalle que regala a momentos, en la luz, la acción y la contemplación.
A pesar de esto, se hace patente en “H” la necesidad de contener al espectador a partir de la tensión que se devela en la relación entre las intérpretes, condensada por la luz como necesidad para tal efecto. Pero el punto de inicio de esta inflexión se condena a si mismo. La obra deja ver lo que quiere, el resto que se desearía ver (como al cuerpo entero desplegando movimiento por ejemplo) es lo interesante, la epifanía de su propio devenir. El argumento de esta relación no le hace peso a la potencia visual de la obra, las acciones connotadas o distinguidas me entregan la atmósfera a partir de la cual se sostiene la tensión en de la obra. La pieza necesita ser contenida, más que comprendida.
H, la letra muda, es como el recuerdo frágil, inocuo de algo que apenas percibiste. Hay una señal detrás, el tiempo que efectivamente transcurre, te permite la verificación de la realidad .
En “H” emerge el cuerpo que tenemos todos, que se movió, observó, se manifestó. Aparece y me tiene ahí, una hora. Me dice que me siente allí, donde mejor lo pueda ver. Me da indicios de su realidad. Me compone imágenes que luego hace desaparecer. Me produce contradicción.
No me dispongo a ver ni ficción, ni espectacularidad, lo importante es la relación que tengo con la obra. Aquí se despliega el universo de significados de los cuales escogemos aquellos que nos hacen sentido, pero están dando vueltas muchos más, los ajenos a los míos. La obra se constituye a partir del tejido intersubjetivo, del cual es imposible disipar el carácter que el cuerpo performativo tiene desde antes de su creación y manifestación (el que viene acumulándose por años). Esta hecho tanto de carne como de lenguaje. Por esto, ejercicios como “H”, que te transportan a universos transparentes, disueltos de tanto significado previos y entendidos, te permiten pulir, aclarar y oscurecer al mismo tiempo tu percepción. Son una pequeña puerta a la comprensión del universo creativo de la danza, tanto como ejemplifican un cuerpo común. No creo que con “H” debamos ilusionarnos, sino tan solo, y suficiente, descansar en aquel solsticio de expresión humana, despejar la cabeza y despertar los sentidos, y recordar: esto es danza contemporánea.

1 Himnos a la Noche. Novalis (Enrique de Ofterdinge). Pre-textos. Valencia, España. 1995.
2http://www.youtube.com/watch?v=5XIiWOuDuxc

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