La crianza de Jerome Bel

 

La última obra de Jerome Bel presentada en la Alianza Francesa en el marco del Festival Internacional de Buenos Aires 2023; ¿es una obra de Jerome Bel? Una puesta donde no hay cuerpos ni danzas, sin embargo y al mismo tiempo, los hay y encandecen.

¿A qué nos referimos cuando decimos que no hay cuerpos ni danzas? Ubicada entre una conferencia performática y una puesta en escena documental, la obra del coreógrafo francés instala preguntas que, como siempre en su estilo, se ocupan de interpelar a la danza escénica dentro del propio contexto del creador, un contexto que conocemos por herencia colonial, pero que también trae -a modo de novedad se podría decir- la preocupación por el calentamiento global, problema que se inmiscuye dentro de la obra y termina siendo uno de sus ejes vertebrales, tanto como una circunstancia que produce performativamente: Jerome Bel cuenta la historia de Jerome Bel pero sin Jerome Bel.

Es Maricel Álvarez quien se ocupa de narrar la historia e interpretarla, entregando su potencia escénica a esta transposición que -como una avalancha- se posiciona más allá de la cuarta pared, rompe con el paradigma de la representación y se dota a sí misma de presente y de presencia. Nos hace conscientes a quienes espectamos de nuestros deseos y expectativas, tanto al romper con ellas, como al evocarnos cosas inesperadas. Gracias a Álvarez la obra se disfruta en español argentino, un idioma que por suerte llegué a dominar hace unos años. La traducción permite que se establezca una relación de intimidad necesaria para que un formato que puede ser producido en serie desde tantos territorios como sea posible, se convierta en algo particular: un encuentro único y epifánico.

No es la primera vez que Jerome Bel “traduce” sus obras. Su más conocida propuesta: The show must go on (2001) fue presentada en Santiago de Chile, montada por bailarinas y bailarines chilenes (2011). Esta obra, que utiliza canciones íconos del pop mundialmente conocidas, hoy evoca una compleja fisura puesto que la universalidad se ha convertido en un sinónimo de colonialidad, acarreando con ello una montaña de micro violencias. En Jerome Bel versión 2023, hay una vuelta de tuerca al problema de lo universal donde la traducción juega a favor, aliviando la manija de no tener a Jerome Bel, sumada a la de no tener bailarina ni bailarín de la compañía de Jerome Bel, aunque si tener a Maricel Álvarez, que tampoco nos aliviará la expectativa de tener aquello que entendemos por danza.

Sin embargo, la obra sobrecoge a quienes quieran dejarse llevar por ella. Vuelve sobre las preguntas con las que Bel conforma su carrera de más de tres décadas, preguntas con las que muches nos hemos formado en las artes escénicas: ¿qué es la danza y dónde termina? ¿Cuáles son los movimientos que se pueden llamar danza? ¿Cuáles son los cuerpos que bailan? ¿Cuándo una danza puede llamarse política? ¿Cómo habla la danza de la sociedad? ¿Cómo dotar a un movimiento de una idea? ¿Cómo reírnos y pensar al mismo tiempo? ¿Dónde es que la intensidad del movimiento se reconoce como epifanía?

Dentro de estos cuestionamientos aparentemente divergentes existen muchas intersecciones. La primera de ellas es, desde luego, la danza. Pero en seguida también lo será la vida en la ciudad, esos lugares donde empieza y termina la vida, lo que nos mueve a vivirla, aquello que hacemos y en lo que creemos, que nos hace renunciar a una cosa, a cambio de que aparezca otra. Como en este caso, donde Jerome Bel renuncia a traer su cuerpo hasta la escena del FIBA por un bien mayor: reducir la huella de carbono generada por los traslados en avión, y a cambio, aparece algo nuevo, donde la coreografía se convertirá para él una vez más en aquello por lo que vivir, y el arte, en aquello por lo que trascender.

 

Para ver la obra: https://ciclosyfestivales.vivamoscultura.buenosaires.gob.ar/contenido/29922-jerome-bel 


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