¿Cuándo y cómo nos da escalofríos?

Hoy, en tanto experiencia artística, lo que cuenta es el producto, uno que sea potencialmente atractivo, ávido al asombro de un público, un público que de preferencia no tenga idea como se logra lo que está viendo. La primera oportunidad del artista en Chile para vivir es hacer espectáculos sorprendentes, muy baratos y/o carentes de sentido. Que no expongan a la pobre audiencia a pensar, menos a preguntarse por cómo se hacen las cosas en el gobierno, por ejemplo.

Por eso es que nuestro arte está menoscabado y con menos ánimo de hacer fuego. Las corrientes artísticas más autenticas, con ideas y ganas de cambiar un poco el horizonte de la industria cultural actual, no quieren ser publicitados ingresando en los medios de masividad, ni jamás quebrantar su contenido a las necesidades de algún emprendimiento netamente capitalista. Por eso se esfuman en galpones lejanos y experiencias encapsuladas.

Anoche, en la tercera noche del Festival de Viña del Mar 2011 pasó lo que quisiera destacar como una grandiosa excepción. El grupo Calle 13: No interesan las antorchas o las gaviotas, que pensándolo un poco mejor, solo implican un reconocimiento al ego del artista; no interesan animadores; invitan a grupos chilenos al escenario, apoyamos causas como la de Mapuches y Patagonia Sin Represas, y, lo mejor de todo, invitamos a una Diablada a la escena- la más importante o por lo menos reconocida de este país- por más de 2 minutos. Ese instante no fue solo una intervención cultural para demostrarnos nuestra tradición. Fue para mí, el mostrarnos y gozar con nos. esta música, este baile, con su métrica, colorido vestuario y razón de ser.

Fue este momento para mí un hibridismo más de lo que nuestra cultura latina posmoderna vive y quiere, una forma sincera de exponer todo su punto de vista; la fuerza de la Diablada, la fuerza del escenario del Festival de Viña del Mar, la fuerza con que este grupo muy popular logra llegar y “encerrarse” con su público casi dos horas, por televisión, casi sin interrupción. Todo el abucheo, la denuncia por televisión, que hermoso. Además de un grupo que, no entendiendo su fórmula, famosos por un reggaetón pegajoso y delicioso como “Atrévete” hasta canciones descocadas como “La bala”, de estilo y arreglos musicales diversos logra fama suficiente para ser invitado a este cliché y mamón chileno escenario.

Que espectáculo para mí, que asombro.

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