Una gota que rebalsó el vaso e inundo las calles. Notas sobre la situación actual de Chile






Lo que sucede en este momento en Chile refleja la crisis de un modelo político y económico que tiene ecos a nivel global. Esta falsa democracia sobre la que se construyen los gobiernos hoy en día, permite perpetrar una serie de abusos sobre la vida de las personas, acompañados de programas basados en la corrupción y las falsas promesas. La palabra democracia dejó de tener el significado que atiende su significante. La democracia es supuestamente el reflejo de igualdad en el trato y de la construcción de una sociedad justa, que se enmarca en miras de un progreso balanceado a todo el espectro de las personas. Pero bien sabemos que la democracia no opera de esa forma. Debiera cambiar su acepción en el diccionario. Aunque nunca fue del todo justa, se constituyó a base de ideales que hoy en día se encuentran en crisis, como lo es el progreso. Ya nos dimos cuenta que la única cara del progreso es la destrucción del planeta con todo lo que trae adentro: la humanidad.

En Chile esta crisis está marcada por una historia de explotación, saqueo y exxtrativismo de los recurso naturales de este territorio. Los diesiete años de dictadura se ocuparon en construir una masa social reprimida y un paquete estatal hecho a medida del empresariado. Los años que siguieron, la "democracia" marcó una etapa de disminución de la violencia y aumento de la libertad de expresión, aunque a nivel social las reformas iban acompañando el proceso que comenzó la dictadura, en beneficio de unos pocos y en desmedro de la dignidad humana, alimentando un sistema de derechos básicos pauperrimo e indigno. Acostumbrados a la subjetividad del esfuerzo, cualquier garantía por parte del estado parece una especie de regalo. En 2012, la primera vez que me vine a vivir a Argentina, muchas de las políticas sociales me parecían regalías o idilios, pero hoy pienso que muchas están formuladas en la dignidad humana. El estado debe ser garante de muchas de nuestras necesidades básicas, no debiéramos dejar el día a día en ello.

Hoy en Chile las cosas son diferentes: dejamos de ser ovejas. Durante años la gente le puso el cuerpo a un modelo que ya por fin se dio cuenta que no le reporta nada más que sacrificio, y que por lo tanto, es el reflejo de un engaño. Ahora, esta nueva masa crítica, tiene la posibilidad de escoger algunos caminos, ante lo cual existe la oportunidad, no solo de construir un futuro propio, sino también de constituirlo de forma comunitaria, y quizás también para futuras generaciones. El contexto actual ha demostrado que, aún cuando la democracia, el capitalismo y el desarrollo estén en decadencia, no ha sido posible aplacar nuestra capacidad de estar vivas y vivos, y de accionar de forma conjunta y autónoma de acuerdo a nuestros propios principios, tal como lo hacen las plantas que emergen entre medio de los pastelones de cemento de las veredas, y tal como lo requiere una transformación social de esta envergadura.


La violencia de la policia y de las fuerzas armadas serán únicamente la fuente de necesaria provocación para que las personas que observan esto en el mundo entero, tomen fuerza para generar la propia insurrección. Una insurrección mundial hacia la construcción de otro futuro, el que en esta revuelta en Chile, nos está devolviendo la fe que habíamos perdido en un escenario de capitalismo a la vena y crisis climática a nivel global. Un mundo sin sentido, sin futuro, sin ideologías ni principios, destinado al apocalípsis que se avecinaría, descreído: en ese contexto ¿para qué tener hijxs? ¿para qué construir con otres? ¿para qué tratarnos bien entre personas? ¿por qué no comprarme eso que me gusta?


Este nuevo comienzo es una oportunidad para pensar: ¿por qué estamos vivxs y qué hacemos con esta vida? Algo más que comprar gaseosas y pagar cuentas. La necesidad y la capacidad de organizarse muestran que la existencia comunitaria aún tiene sentido. Indican que si bien, el sistema ha apuntado siempre en una dirección a seguir, la de la individuación y división, existe un conjunto ulterior de principios comunitarios que no han sido totalmente despojados. No de una supuesta esencia humana, sino como parte de la historia: si hubo un antes, hoy puede ser un después.


Este momento es un punto de inflexión, una bisagra al futuro, una plataforma para la construcción de una nueva forma de convivencia, particularmente para una capital como Santiago, donde la vida cotidiana se venía haciendo cada vez más robótica, individualista, egotista, consumista y ciega frente a las otras personas.


Mediante la crítica y la crisis de la díada democracia-capitalismo, puede ser posible acceder a una nueva forma de construcción de vida. Además de un cambio climático, urge y surge un cambio ideológico, que nos permita sustituir las viejas políticas por una forma donde las palabras vuelvan a tener sentido y las acciones tomen mayor relevancia, así como también el juicio que se tiene sobre la acción tome sentido en la palabra. Un cambio en donde los principios de convivencia tengan que ver con el apoyo mutuo. Donde creer y defender los propios principios pueda valer más que el dinero. Y donde las palabras libertad e igualdad tomen un sentido que no le pertenezca ni a la historia ni a la economía, solo a las personas y a su convivencia en horizontalidad y autonomía.

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